La última encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que dirige Fernando Tuesta Soldevilla, trae como novedad que Alan García Pérez está en “el pico más alto de la popularidad”, como decía el fujimorista, Luis Delgado Aparicio Porta. De acuerdo al sondeo, el jefe de Estado obtiene un 64 por ciento de aprobación entre limeños y chalacos, mientras que un 28 por ciento desaprueba su labor al frente del Ejecutivo. De acuerdo a Tuesta Soldevilla, García ha crecido 9 puntos con respecto a la última encuesta realizada hace un mes por esta misma empresa. Habría que pedirle a Tuesta Soldevilla que vaya a las provincias y coteje las respuesta de los capitalinos con opiniones de peruanos del Perú profundo. Por ejemplo, nos imaginamos una encuesta en Paita sobre la labor de Alan García en momentos que éste acaba de poner su rúbrica en el nombramiento de su “amigote” Martín León Trelles, como miembro del directorio del Centro de Entrenamiento Pesquero de Paita. También nos gustaría que Tuesta Soldevilla preguntara a los paiteños su opinión respecto al traslado del Ceticos Paita a la región manejada por el inepto César Trelles Lara, un señor que está sentado en el sillón de presidente regional porque Dios es grande y porque en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey. García sabe jugar para las tribunas. Pico de oro, que le dicen. Estos primeros meses de gobierno, lo único que ha hecho es darle circo al pueblo. Primero fue la pena de muerte para los violadores, después pena capital para los terroristas, después la telenovela de la ministra Pilar Mazetti y los chanchullos en el ministerio del Interior. No hay duda que García es un animal político y sabe cómo dominar la opinión pública. Pero este juego no le durará mucho tiempo, puesto que el dolor de los estómagos de los pobres tiene un límite. El circo entretiene al pueblo, pero el hambre desespera y cuando un pueblo hambriento se levanta suceden cosas sangrientas. Sino que recuerden a Luis XVI, el miserable rey de Francia, que cayó bajo el odio de los parisinos en plena Revolución Francesa. El pobre diablo terminó en la guillotina. No olvide la historia, señor García.
miércoles, 10 de octubre de 2007
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